Estamos acostumbrados a mirar más hacia afuera, a nuestro entorno o alrededor, que hacia adentro de nosotros mismos y solo lo hacemos cuando nos duele o nos afecta mucho algo. Intentamos entonces escudriñar lo que nos ocurre para poder hallar la solución que nos devuelva a aquella condición de estabilidad o bienestar, que algún día experimentamos.
Entendiendo esta condición tan real y tan humana. Siempre invito a las personas a la Retrospección. A mirar hacia adentro, a conocerse más, a leerse más, logrando anticiparse a sus propias respuestas con el propósito de medir posibles reacciones y obtener un avance en el tan anhelado terreno del dominio propio.
Ardua tarea, ya que en los procesos educativos, no enseñan a las personas a identificar emociones y esto facilita el actual de manera impulsiva desde dos extremos: o se convierten en víctimas que buscan constantemente quien seque sus lágrimas y les de ese abrazo emocional o se encierran en un caparazón que impide a otros ver cuánto necesitan dejar que el aire estancado fluya y cuan valioso sería un consejo en ese preciso instante y momento oportuno.
La reflexión hoy va orientada hacia una pregunta… ¿Por qué tenemos que esperar a que se manifieste externamente esa condición de enfermedad emocional? ¿Porque no culturizarnos y capacitarnos en términos como prevención?, ¿porque no diagnosticarnos a tiempo para no tener que llegar a una condición lamentable de deterioro emocional? Aprendamos a escuchar aquello que grita nuestra mente y que posiblemente manifiesta nuestro cuerpo, hagamos click en ese botón llamado sanidad emocional, porque solo así seremos direccionamos a un estado de equilibrio y de vida saludable.
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